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“Argentina es un país como para sacar entrada”; el análisis de Jorge Asís

Sostiene que el gobierno de Milei está en un momento de fragilidad por sus “catástrofes morales”, ve a una alianza de gobernadores del interior como alternativa a la grieta y sostiene que “un modelo que cada tres o cuatro meses precisa un socorro, no funciona”.

Con su inconfundible “folklore dialéctico”, en entrevista con El País, Jorge Asís, escritor y analista político argentino, habla de la fragilidad del gobierno de Milei, del rol de EE.UU. como “salvavidas” con condiciones, y de las diferencias entre mileísmo y menemismo. Desmenuza la contienda electoral, se refiere a las “catástrofes morales” del gobierno y proyecta a los gobernadores del interior como una alternativa a la grieta.

-¿Cómo podría quedar el mapa político de la Argentina a partir del próximo domingo, cuando se celebren elecciones de medio término?

-Es una incertidumbre y el resultado va a marcar lo que pase al día siguiente de las elecciones.

-¿Pueden haber cambios en el gobierno tras la elección?

-Todos los medios y los periodistas informados hablan del recambio de gabinete. Se descuenta la incorporación de uno de los vértices del triángulo de hierro del gobierno, Santiago Caputo (asesor presidencial); algunos incluso especulan con que va a ser jefe de gabinete. En realidad, es un momento de enorme fragilidad para el gobierno del, como yo lo llamo, panelista de televisión Javier Milei. No es un momento de gran fuerza. Todos hablan aquí del que en realidad fue un relativo apoyo de Estados Unidos, y de la salvación que le dio Scott Bessent (secretario del Tesoro), a través de un tuit providencial que confirma la ayuda y facilita que se pueda llegar al 26 de octubre. No obstante, en medio de esta formidable vocación que tiene el gobierno de ser colonia, confirmada en su última visita a Washington, en todos los bares se habla también de que desde el gobierno se busca darle una interpretación distinta a las palabras casi brutales que, sinceramente, pronunció Donald Trump al decir que la continuidad de la ayuda dependía del resultado electoral del próximo domingo.

-¿No es una buena noticia para Argentina este anuncio realizado por el gobierno de Estados Unidos?

-Lo que pasa es que luego de la elección se verá cómo sigue esto. Trump tiene una simpatía indudable por Milei, pero es una simpatía que no se traslada a otros exponentes americanos del gobierno republicano. Trump es el que salvaguarda, el que tira salvavidas, el que tira 40.000 millones de dólares, pero lo hace con una condición, que la puede ver cualquiera que analice su discurso. Trump llegó a esa reunión agrandado por haber resuelto en la práctica la guerra Hamás-Israel, pero como tiene simpatía por Milei se reunió con él y luego dio esa conferencia tan insólita con la delegación Argentina presente. Pero lo dijo de una forma muy simple: “Si no le va bien en las elecciones no vamos a ser generosos”. Y esto ensombrece un poco el ambiente irresponsablemente optimista que tenía la delegación argentina con una salvación intervencionista que a mí personalmente casi me avergüenza. Aunque la puedo comprender, casi me avergüenza.

-Gita Gopinath, exsubdirectora FMI, que tenía a su cargo el caso argentino, sostuvo que “los argentinos deben alcanzar un consenso político en torno a la estabilidad”. Días atrás también habló de la posibilidad de una devaluación. ¿Es esperable esto luego de la elección?

-Ningún modelo se sostiene cuando cada cinco o seis meses hay que prestarle un socorro. Hubo un blanqueo que produjo sus buenos miles de millones de dólares, hubo créditos… Pero hay una cosa que es básica: Trump no puede dejar caer a Milei, porque es el único aliado real que tiene en esta parte del mundo. Argentina, aunque le pese a los argentinos, es un país geopolíticamente importante, que tiene en el sur algunas posibilidades que le fascinan al adversario transitoriamente par de Estados Unidos, que es China. Milei apoya a Trump desde antes que fuera elegido por segunda vez. Lo que hay es cierta simpatía, fundamental en política, pero es un sentimiento que no es mecánicamente trasladable a lo que yo llamo la línea de los cubanitos: el premier, el secretario de Estado, Marco Rubio, y Mauricio Claver-Carone (enviado especial para la región), que tiene algunos prejuicios en cuanto a la Argentina.

-Luego de lo que pasó hace poco más de un mes atrás en la elección provincial, ¿el gobierno de Milei tiene posibilidades de recuperarse gracias a esta ayuda?

-El juego está abierto. Yo, que me caracterizo por algunos vaticinios afortunados e infortunados, lo que puedo decir es que vamos a una elección en la que en la provincia de Buenos Aires va a ganar el peronismo, no como ganó en setiembre, pero va a ganar bien. En la capital, en lo que yo llamo el maxi kiosco, se va a imponer seguramente Patricia Bullrich. Algo importante es ver lo que va a pasar en Córdoba, porque dependiendo del resultado puede llegar a asomar otro proyecto nacional, protagonizado por gobernadores. Son dos los que tienen posibilidades: Juan Schiaretti (el exgobernador) y Martín Llaryora (sucesor de Schiaretti), un muchacho de 53 años. Y yo tengo la teoría de que el poder está para los 50 años, no para los 80. Algo que hay que tener en cuenta, aunque hoy casi que Bessent es más ministro de economía que el Toto (Luis) Caputo, es que los votos están acá, no vienen de Arizona.

 

 

-Sin embargo, esta ayuda de Estados Unidos, ¿podría ser la clave del resultado, pueden de alguna manera eclipsar los últimos escándalos políticos?

-No es una ayuda, es un socorro. Y un modelo económico que cada tres o cuatro meses precisa ser socorrido es un modelo económico que no funciona. Un camino posible es que desde el gobierno piensen en una reformulación. Y esto no quiere decir que uno sea destituyente, para nada. Lo mejor que le puede pasar a la Argentina es que este muchacho siga hasta el 2027 sin ningún inconveniente, y después que se vea. Pero ya son muchos los indicadores que marcan que tiene que ser reformulado su gobierno, y este es un problema que entra en contradicción con los valores del propio Milei.

-¿Milei existe sin esa cuota de histrionismo que lo lleva a hacer un concierto cantando a Charly García, o a enojarse como se puede llegar a enojar en una entrevista?

-Pedir que Milei sea diferente, que sea un político tradicional, un hombre oficializado como político normal, no creo que sea posible. Él animó hace dos años la campaña electoral en un momento en que el peronismo no tenía nada para decir y el macrismo se tenía que disculpar. Con un par de ideas demenciales, Milei se puso en el centro. Si esta charla la hubiéramos tenido en 2023, usted me hubiera preguntado por la dolarización, la destrucción del Banco Central, todas las demencias que este muchacho planteó y que no pasaron, que se sabía que no iban a pasar, pero calaron en la gente porque se venía de dos o tres fracasos. La construcción de poder de Milei fue absolutamente ejemplar. Un tipo que fue inventado por el peronismo, para evitar o postergar lo que era Juntos por el Cambio, logra llegar al balotaje, va a visitar casi como un cholulo a Mauricio Macri, arregla con él, y consigue a través de una jugada política magistral, convertirse en el líder político de la oposición al peronismo, luego de todo lo que había dicho del propio Macri. Esto lo hizo alguien que dice, y yo no le creo, que le aburre la política. También fue él quien eligió a José Luis Espert (que se bajó de la campaña luego de que se denunciaran vínculos con el narcotráfico) y a quien va en su lugar, a Diego Santilli, de quien dijo de todo hace menos de dos años (“No hay nadie que no diga que es un corrupto”, dijo Milei en 2023). La verdad es que la Argentina es un país para cobrar entrada mi amigo, porque simplemente con un poco de memoria se pueden hacer estragos.

 

 

-Se han dado tres casos concretos que han golpeado al gobierno de Milei: el caso Libra, los presuntos sobornos del 3% en la oficina de discapacidad, por lo que se apunta a Karina Milei, y el caso Espert. ¿Esto ha pegado en la ciudadanía?

-Milei tuvo errores, como creer que el kirchnerismo todavía es un peligro; una tontería, porque hoy no gobierna más que pequeños distritos. El kirchnerismo es un fenómeno cultural del peronismo, solo eso. En base a este error, generó un error técnico, al plantear las elecciones de setiembre como un plebiscito a la gestión del mileísmo. Se equivocó magistralmente, porque nacionalizó torpemente una elección provincial donde lo que estaba en juego era la capacidad de los minigobernadores e intendentes del peronismo para mantenerse. Ahí se jugaban la vida política, y él lo planteó como una batalla contra el kirchnerismo, un disparate brutal. El otro problema es que tuvo catástrofes morales: lo de Libra, como es más técnico, cuesta hacerlo entender al hombre medio, pero el horror moral que deriva de la locuacidad del funcionario Diego Spagnuolo (de quien se difundieron audios que hablaban de coimas de 3%) deriva en “Karina coimera” con la melodía de la popular Guantanamera, que puede ser cantada en las tribunas de fútbol o en los vagones del subterráneo, algo tan colosal y tan letal. Y después terminamos con la epopeya de Espert, que prácticamente convierte a Milei en el emblema de lo que vino supuestamente a destruir. En Argentina los escándalos se tapan o se atenúan con escándalos peores. Aquí hay una rutina del escándalo. La visita a Trump es el corolario de todo esto, siendo prácticamente humillados.

 

 

-¿Qué se puede esperar a nivel político desde el lunes luego de la elección? ¿Puede crecer una alternativa por fuera de la grieta Milei-kirchnerismo?

-La alianza entre el radicalismo sobrio de Santa Fe, con el peronismo relativamente racional de Córdoba, que es lo que derivó en lo que se llama Provincias Unidas, la alianza de las provincias productivas, que tiene que ver con litio, minerales raros, la energía de Santa Cruz y Chubut, y el agro, creo que hay que mirarla con cierto optimismo estratégico. Ahí hay figuras relevantes, como Maximiliano Pullaro (gobernador de Santa Fe), Llaryora y podría sumarse (el exministro de Economía y excandidato a la Presidencia en 2023) Sergio Massa, siempre presente, que tiene 53 años y no me atrevo a decir que tiene ya su vida política totalmente hipotecada. Es más, creo que todavía le queda una bala en la recámara.

-¿O sea que usted cree que la alternativa a Milei y a parte del peronismo es más peronismo?

-Es que el peronismo no es uno solo. La respuesta del peronismo depende de cómo le vaya a Milei. No hay que olvidar que tanto el menemismo como el kirchnerismo son dos fenómenos culturales, distintas patologías del propio movimiento peronista. Si el peronismo cumplió 80 años, y no quedan movimientos populares que tengan 80 años, es porque hay un pragmatismo, algo adaptable a las épocas. En tiempos de caída del Muro de Berlín, el peronismo tuvo a un Carlos Menem legitimado, con la potencia del Partido Justicialista por detrás, que fue lo que permitió las transformaciones necesarias. Al momento que esa interpretación del mundo declinó, apareció Néstor Kirchner, que estuvo exactamente en el momento que debía estar con un Lula, un Chávez, y con toda esa cuestión festiva. Ahora, depende.

-¿Si le va mal a Milei, muy mal, puede volver el kirchnerismo?

-Si le estallan a Milei este conjunto de improvisaciones y de necesidad de socorros cotidianos, si esto no funciona, y pierde por mucho, el peronismo tiene para ofrecer un Axel Kicillof, que es exactamente el modelo opuesto, quien hoy tiene una interna personal con el kirchnerismo, al que no tolera, y el que no está terminado. Si le va relativamente bien a Milei, o solamente un poco mal, está Llaryora, con un peronismo moderno, aggiornado, que puede convivir con lo que de manera peyorativa se llama neoliberalismo. Y también está siempre presente Massa, que debe ser seguramente el más preparado de todos los políticos hoy para ejercer el poder en la Argentina.

-Usted fue embajador menemista. ¿No ve nexos entre el menemismo y la gestión de Milei?

-No, veo personalismos, y veo que no es una interpretación justa del menemismo. El menemismo, todo lo que hizo, las privatizaciones, todo lo exitoso de una economía comandada por Domingo Cavallo, se pudo llevar adelante porque estaba detrás el Partido Justicialista. Recuerdo cuando el partido lo dirigía Alberto Kohan, que iba a las unidades básicas y decía “tengo un problema, tengo 5.000 cargos para llenar”. Se tiraban de cabeza por los cargos. Si había que ser pragmático, había que ser pragmático. Luego lo de Kirchner también fue una gran hipocresía política, porque él hizo una gran gobernación gracias a privatizaciones que le hicieron ahorrar millones de dólares. Yo entiendo a los menemistas que se fascinan con Milei, porque lo saca a Menem del territorio del agravio y lo transporta al salón de los próceres, pero no fue una cuestión solamente personal de Menem: era Menem porque tenía detrás el Partido Justicialista. La diferencia que tienen los menemistas pro-Milei de hoy conmigo, es que yo considero eso, que el menemismo fue un fenómeno cultural del peronismo, y los que están fascinados con las caricaturas de Milei son los que están menos vinculados a las categorías populares del peronismo.

Fuente: El País