Consumo: sigue la desconfianza y las familias ajustan más el gasto

La confianza de los consumidores en Argentina mostró una nueva caída en diciembre de 2025, según el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella. El indicador se redujo 1,1% respecto al mes anterior, marcando un retroceso tras los incrementos registrados en octubre y noviembre. 

Este descenso significa que, aunque los consumos no se desplomaron, la percepción de los hogares se volvió más negativa en torno a la economía y su propio poder de compra. El ICC mide tanto las condiciones económicas actuales como las expectativas a futuro, y el descenso de diciembre sugiere que estas últimas se ajustaron a la baja. 

En contraste con la caída de diciembre, en octubre y noviembre el índice había mostrado mejoras: en octubre se reportó un avance de aproximadamente 6,3% respecto a septiembre, y en noviembre el ICC subió cerca de 8,8% respecto al mes anterior, ubicándose en torno a 46 puntos antes de la caída de diciembre. 

En términos prácticos, una caída en la confianza del consumidor suele reflejar que las familias:

• Evalúan con preocupación su situación económica del presente.
• Tienen menores expectativas de mejora a corto plazo.
• Tienden a posponer compras y a moderar el gasto en bienes no esenciales.

La trayectoria mensual del índice muestra así un patrón de oscilaciones: tras un piso profundo en meses previos del año, se produjo un rebote moderado y luego un nuevo ajuste a la baja hacia el cierre del año.

El ICC es un indicador que se obtiene a partir de encuestas a hogares de todo el país y sirve como un termómetro de cómo perciben los ciudadanos su capacidad de consumo, el empleo, los ingresos y la situación económica en general. Su variación mensual ayuda a anticipar tendencias de consumo y puede influir en decisiones de empresas y formuladores de política económica. 

La caída observada en diciembre muestra que, pese a mejoras temporales en algunos meses, persisten dudas entre los hogares sobre el rumbo económico, lo que se traduce en un ajuste más cuidadoso del gasto al finalizar el año.