Washington
De la inflación al "peso fuerte": el plan 2026 que mostró el BCRA en EE.UU.
El Banco Central reveló en Washington su estrategia para reactivar la demanda de pesos tras el cepo. Reservas, inflación y el modelo israelí, en el centro.
Antes de las elecciones legislativas, el Banco Central ya había delineado su hoja de ruta para el "segundo tiempo" del gobierno de Javier Milei. En una presentación en Washington, el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, expuso ante organismos internacionales el plan monetario para el período 2024-2026, que busca pasar de la estabilización a una nueva etapa de crecimiento impulsada por la "remonetización de la economía" y la compra de reservas internacionales.
El documento, titulado "From Stabilization and Transition to Demand-led Re-monetization", describe un proceso de tres fases. Durante 2024, el Banco Central se concentró en cortar el financiamiento al Tesoro, eliminar el exceso de pesos y aplicar un esquema de metas de agregados monetarios que permitió reducir la inflación y normalizar precios relativos.
En 2025, la institución transitará una etapa de transición hacia un régimen de flotación administrada, con bandas cambiarias, levantamiento gradual de los controles de capital y eliminación de las LEFI, reemplazadas por operaciones de mercado abierto.
Werning reconoció que esta fase traerá "dolores de crecimiento": menor demanda de dinero, política monetaria contractiva y encajes más altos. Sin embargo, proyectó que en 2026 se iniciará la tercera fase, marcada por una mayor demanda genuina de pesos y acumulación de reservas no esterilizadas, es decir, sin emitir pasivos remunerados.
Argentina, señaló, llega "sub-monetizada" —con una base monetaria equivalente al 2,6% del PBI, frente al promedio histórico del 8,7%—, lo que ofrece margen para expandir la cantidad de dinero sin reavivar la inflación.
Como ejemplo de ese camino, el funcionario citó el caso de Israel, que a fines de los años 80 logró reducir una inflación superior al 400% anual a un dígito en cinco años, mientras su sistema financiero se remonetizó. El paralelismo busca reforzar la idea de que el programa argentino, tras la estabilización, podría ingresar en una etapa de crecimiento con crédito, reservas y una recuperación sostenida de la confianza en el peso.



