Opinión

No es momento de criticar sino de construir

La primera reacción frente a la derrota es la crítica y la necesidad de encontrar responsables, algo que, en unas elecciones como las pasadas - cuando el peronismo fue dividido en diferentes listas -, se vuelve más visible. Por eso, hay que dejar pasar unos días antes de expresarse.

Creo que el triunfo de Milei hay que analizarlo dentro de un contexto nacional. El resultado de la elección de Buenos Aires en septiembre, y las elecciones provinciales del domingo pasado en varias provincias, demuestran que, cuando se vota pensando en lo local, hay una gran volatilidad de votos: el vecino observa y vota de acuerdo con lo que pasa en su vida diaria.

Así como no hay que subirse al carro de la crítica fácil, tampoco corresponde subirse al del triunfo ajeno, porque se corre el riesgo de creerse lo que no se es.

El peronismo de Entre Ríos hace mucho que está en crisis, y comienza cuando la cúpula del partido acepta cambiar su carta orgánica: deja de lado la representación departamental en las listas de diputados y elimina la participación de las minorías. Ahí empiezan a aparecer esas listas vecinales que no son otra cosa que peronistas que no han podido competir o que saben que, si van a internas, aun perdiendo no integran nada. Se rompió con la máxima de que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”, y el costo se viene pagando elección tras elección.

Esta centralidad de decisiones se notó mucho en las dos últimas, cuando Paraná y Concepción del Uruguay se erigieron como líderes no reconocidos por la mayoría y, sin embargo, decidieron —tanto en 2023 como en 2026— que Concordia, la ciudad que siempre aportó el punto extra para ganar la provincia, quedara afuera de los armados.

Y se equivocaron, y mucho. Es una de las cosas a corregir. Concordia no puede ser ignorada: no puede no tener en la lista a alguien reconocido, que empuje a la militancia en una campaña.

Paradójicamente, en Concordia se dio la mejor elección entre las ciudades grandes de la provincia; en cambio, las derrotas de Paraná y Concepción del Uruguay fueron catastróficas si se considera que allí se jugaba el oficialismo y, además, con candidatos propios.

Hoy, el peronismo no tiene líderes - de ningún nivel -, y el trabajo ahora es reconstruir primero la confianza con la militancia para, después, encarar cualquier proyecto electoral.

No existe un “núcleo duro”: se fue perdiendo año tras año. Y la campaña oficialista de instalar que el peronismo es el kirchnerismo fue fatal. El peronismo es mucho más que el menemismo en su momento o que el kirchnerismo ahora. Siempre fue un movimiento que incluyó militantes desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, que convivieron con dificultades pero bajo el mismo paraguas de las palabras de Perón.

El gran desafío es construir, no criticar. La crítica es muy fácil y muy coyuntural. Hay que mirar para adelante.

María de los Ángeles Petit (Abogada, ex Diputada Nacional, analista política, especialista en municipalismo y desarrollo)

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