Opinión

Francisco y la cooperación frente a la crisis de salud mental

La cooperación puede ser uno de los principios culturales fundantes de nuestra salida organizativa a la crisis de salud mental.

El cuadro de situación epidémica de trastornos de salud mental post pandemia abarca prácticamente a la mitad de la población argentina: es decir, es un problema de mayorías (ODSA-UCA). Cuando pensamos una respuesta acorde a esta escala, se desnuda como inconcebible “meter adentro” de consultorios de especialistas a millones de personas afectadas por este multiforme malestar psicológico. Se requiere una Nación alzada en todos sus componentes, integrados solidariamente, de manera innovadora y competitiva, contra estos nuevos enemigos.

La economía solidaria tiene, junto con el sistema federal de clubes y los credos, doble sentido profético para el siglo XXI: por un lado, un rol determinante para conferir a la democracia un recomienzo de la participación, que la salve de su crisis terminal de legitimidad. Simultáneamente, es un camino para proveer espacios locales de integralidad ante el malestar psicológico sobrante que desestabiliza al propio sistema político. En definitiva, sin la presencia protagónica de estas instituciones federales, que transporte la corriente energética de las comunidades desde abajo, el proceso es terminal, porque tanto democracia como salud mental son, esencialmente, participación en un ordenamiento. El individuo aislado no solamente no se salva, sino que enferma. Según palabras de Francisco mismo: “Hay una “arquitectura” de la paz, donde intervienen las diversas instituciones de la sociedad, cada una desde su competencia, pero hay también una “artesanía” de la paz que nos involucra a todos.”

4 principios de formación de pueblo:

Bergoglio extrae de una carta de la Hacienda de Figueroa, que Juan Manuel de Rosas le dirige a Facundo Quiroga, cuatro principios que son fundamentales para cualquier análisis y para cualquier conducción de procesos institucionales; el tiempo es superior al espacio, la realidad es superior a la idea, el todo es superior a las partes y la unidad es superior al conflicto. Quiroga es asesinado con esa carta en su pecho, en Barranca Yaco en 1833, el original está incluso manchado de sangre.

Mientras los países más desarrollados y sus organismos (Inglaterra, Japón, Harvard) han determinado científicamente que la soledad, el sedentarismo y la falta de sentido vital compartido, se erigen en algunos de los principales vectores que coadyuvan y producen trastornos de salud mental, en nuestra cultura nacional perviven un sinnúmero de instituciones que forjan cohesión comunitaria. Por la dinámica que le imprimen a la vida familiar actúan directamente previniendo, a través de la simpleza diaria, el avance de esas causales patogénicas que el mundo enfrenta desde sus sistemas sanitarios. Instituciones que son anticuerpos, auténticas barreras defensivas en el organismo social, a veces en la última de las localidades del interior provincial. Manifiestan, en su modo de ser y de hacer, aquellos principios actuantes que rescata Bergoglio de Rosas y son absolutamente relevantes para apuntalar la edificación de un modo de vivir que contrarreste los efectos de la dinámica global enfermiza para la salud mental: mutuales, clubes, parroquias, cooperativas, entidades vecinales, gremios de base.

Frente a la exacerbación cortoplacista que nos impone la globalización, sumiéndonos en la compulsión inmediata, la paciencia endógena que impregna el tiempo de estas instituciones anuda temporalmente cadenas de generaciones donde la personalidad se filia con sentido vital compartido: la mutual del club del pueblo es el lugar que contiene la reserva de identificaciones yoicas de abuelos, padres, nietos. Aquella farmacia de la mutual, que financia los remedios del abuelo que integra la comisión directiva del club y juega domino en el buffet con otros viejos, es salud mental en acto.

Con tremendo realismo práctico, la cooperación mutua imprime de valores encarnados la vida de estas instituciones, no con palabras declamadas o ideologismos, sino con virtudes individuales y sociales palpables. La procura de recursos genuinos, haciendo bingos o ventas de pollos para comprar camisetas a los equipos de niños, es la realidad efectiva de la salud mental que debemos a madres que lideran estas acciones.

La unidad de estos procesos por sobre grietas y partidismos, promueve una cultura del encuentro cooperativo que resguarda de los conflictos que especialistas alertan como inherentes a una especie de guerra cognitiva en curso en todo el mundo. 

Del mismo modo, la apuesta asociativa y confederativa que realizan las entidades de un mismo sector, así como los hermanamientos laterales entre sectores diversos -el deporte, el mutualismo y la salud, por ejemplo-, significan un avanzar positivo hacia una mayor integración en movimiento hacia el todo que es nuestro ser federal.

Innovar y ampliar cobertura para ser más eficientes:

En definitiva, lo que se perfila en todos los confines del territorio de nuestra patria, pero sobre todo en los rincones más inaccesibles, es un todo diverso, con un sentido del tiempo esperanzador, que ordena con realismo el procesamiento de la energía anímica, metabolizando en una unidad de objetivos a la comunidad, que no puede ser desaprovechado institucionalmente a la hora de una estrategia nacional eficiente de ampliación de cobertura a la salud mental.

Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) insta a la ampliación de la cobertura de la salud mental (Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030) aboga por la integración de la salud mental en la atención primaria, reconociendo literalmente el rol de los “proveedores comunitarios”. Y los estudios científicos económicos (The Lancet) dan cuenta de que por cada dólar invertido en tratamiento de la depresión se recuperan 4 dólares en el sistema, por ahorros diversos. 

Es el tiempo para utilizar a favor toda una arquitectura institucional enraizada mestizamente en nuestros pueblos - donde muchas veces la inversión estatal y lucrativa ni siquiera llegan - para ampliar la cobertura de tratamientos. 

La integralidad de la formación de hábitos saludables, las artes, la presencia de equipos interdisciplinarios, debe evolucionar acoplando con prudencia realidades como la telesalud y la inteligencia artificial desde una ética humanista. 

Lógicamente, esto demandará a las cooperativas, mutuales, clubes, vecinales, junto a un estado inteligente, abrirse a la innovación formativa, persuadidas de que eficiencia y justicia social pueden hermanarse, transitando la vía de la cohesión social.

Matías Dalla Fontana - Fundador de Proyecto Deporte Solidario. Psicólogo (UCA). Ex Subsecretario de la Nación en Prevención, Investigación y Estadística en Materia de Drogas (SEDRONAR) Integró seleccionados nacionales de rugby.

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